miércoles, 25 de noviembre de 2009

Cuando nos juntamos che!!

La picada ¿Una creación Rosarina? (según el genial Roberto Fontanarrosa)

La frase se le atribuye al urbanista y pensador español Tristán de la Cajuela en ocasión de su visita a Rosario, en marzo de 1922.
- Cuán creativos sereis los rosarinos - dijo don Tristán, en la inauguración de la Verbena del Centro Andaluz- que el mismísimo general Belgrano eligió esta ciudad para crear la bandera. Y tan reconocida creatividad ha permitido otros incontables aportes, algunos de ellos prácticamente ignorados por el saber popular. Por ejemplo, pocos rosarinos conocen que, lejos de designios tan elevados como el de la creación de nuestra enseña patria, pero cerca de los placeres cotidianos y domésticos, Rosario fue cuna del nacimiento gastronómico conocido como “picada”.
El primer dato lo acerca el historiador Rafael O. Ielpi en su libro “La mesa de la colonia”, relacionándolo con la fonda de don Eusebio Mauriño, “La Lusitana”, ubicada en donde hoy se erige el Monumento a la Mandarina, en Saladillo. Allí se ofrecía al viandante un plato conocido como “picanha”. Sin embargo el mismo Ielpi aclara en malentendido.
- La picanha - dice - era un plato de bifes a la portuguesa, hechos con carne de jiba de buey, sitio donde usualmente se clavaba la picana, o picanha, del conductor de la carreta para azuzar al animal.
El mismo Ielpi desalienta la teoría de que la picada llega a nuestras costas como derivación de las célebres “tapas” españolas, también compuestas por gran variedad de bocadillos.
- La denominación “tapas”- asevera – proviene de la costumbre de servir, en esas modestas y populares tascas españolas, todo tipo de pequeñas delicias sobre tapas de revistas, a modo de improvisados manteles, ante la carencia absoluta de vajilla. Es un caso similar al de la denominación “tebeo” para las tiras de historietas en España, que proviene de la revista “T.B.O” de antiguos comics.
Quien nos acerca ala verdad histórica, sin embargo, es Héctor Nicolás Zinny, en su ensayo “El maní en la picada criolla”.
- La picada se origina – narra Zinny – como tantos otros adelantos, por un hecho fortuito. En 1896 se anuncia el paso por Rosario de Sir John William Beresford, Agregado Cultural británico, sobrino nieto del general William Carr Beresford, actor destacado en las Invasiones Inglesas. Ante la importancia de las visitas, las autoridades locales encargan a doña Quintina Pereyra Sosa, dueña de La Posta de los Postillones (ubicada en lo que hoy es la bajada Escauriza, en La Florida) una comida para agasajarlo. Ebria de argentinidad, ante la prosapia invasora del visitante y su cortejo, doña Quintina decide preparar locro, la emblemática comida patria. Para tal fin, y procurando deslumbrar a los viajeros, dispone una enorme variedad de ingredientes, cada uno en platitos distintos, con la finalidad de arrojarlos, luego, a una misma olla, inmensa, y calentar el locro. Tal es su entusiasmo en la tarea que comienza a sumar elementos hasta superar las ochenta opciones, incluyendo maní, menta, trozos de corzuela, batatas y cardamomo.
Su desvelo conduce a que la galera que transporta al ilustre visitante y su gente llegue a la Posta de los Postillones antes de que doña Quintina haya volcado su multifacético conjunto de bocadillos en la olla común.

Hambriento, cansado, pero urgido por continuar el camino hacia San Nicolás, Beresford exige la comida, y no aguarda. Él y los suyos se lanzan sobre los platitos aun fríos y, ávidos y felices, dan cuenta de sus contenidos en poco tiempo. Es Beresford quien, sorprendido y deleitado - sigue contando Zinny - bautiza al almuerzo como “pickles”, emparentándolo con la denominación inglesa para los bocados que pueden tomarse con la mano.
Tengamos en cuenta que, para esa época, no había llegado todavía a nuestra tierra un adelanto fundamental para la cocina: el tenedor.
- El tenedor - aporta el arqueólogo y fisicoculturista Gregorio Zeballos – llegaría un poco después, cuando el ingenio criollo le encuentra otra utilidad a los dientes del vistoso peinetón español traído por una compañía de cupletistas madrileñas.
No obstante el éxito de la picada, pese al requerimiento de Sir Beresford por repetir la misma comida en su regreso a Rosario de paso hacia Manaos, el despliegue de platitos no se afirmó entre las costumbres locales hasta principios del siglo diecinueve.
- Una sociedad pacata y remilgada - señala Ielpi - rechazaba la necesidad de ensuciarse los dedos con los ingredientes.
Especialmente las damas, que usaban guantes.
Sin embargo, un hallazgo notable en materia de vajilla potenciaría total y definitivamente a la picada: el advenimiento del mondadientes, palillo o escarbadientes. El descubrimiento alumbró a mediados de 1919 gracias al sastre catalán Jordi Mondadent, quien se topó casualmente con esa maravilla del diseño cuando procuraba conseguir una versión más barata del alfiler de corbata.
- El bautismo de ese múltiple aperitivo – reincide Ielpi – con el nombre de “picada”, también es atribuido a otras causas.
Hay quienes sostienen que se le llamó así dado que La Posta de los Postillones se hallaba en el sendero que conducía al picadero de los Funes, corral para doma y yerra de caballos al oeste de la cuidad. Otros insisten en que se debe a que dicha comida rápida comenzaba a degustarse al “repicar” o “repicada” de las campanas de la Iglesia de la Merced llamando a misa de once. Sin embargo, la versión más aceptada es la que acuñara Sir Beresford comparándola con los pickes. De pickle a picada hay solo un trecho.
Ya impuesta, ya aceptada, ya popular, la picada se institucionaliza como menú típico de Rosario, a partir de restaurantes como “El Egipcio” de los hermanos Severo y Olinto Sessi, de calle Fusileros (hoy Ayacucho) que ofrece la friolera de 4.327 platitos. El despliegue incluye aciertos como cornalitos despinados, pistaccios, picastostes, ajo bravo, nísperos salados, tararira en salmuera, arroz relleno, paté de vizcacha, brotes de alfalfa, colas de tijereta, papas hervidas, papas saladas y papas arruchadas, éstas últimas pequeñas, livianas, insípidas, lo que daría pie para calificar de “paparruchada” a cualquier cosa sin importancia. Los alimentos se acompañan bebiendo sangría, guindado, naranjina “Dos Halcones”, limonada “Guillot” y una bebida de moderado tenor alcohólico llegada de la isla de Malta, la cerveza.
La picada experimenta un salto de calidad y se consolida definitivamente en el gusto argentino, a fines de la Primera Guerra, con la incorporación de productos porcinos.
- El cerdo aporta – informa el perito culinario y dermatólogo Svend Segovia – dados de mortadela, salame, codeguín, jamón crudo y cocido, nervios de chancho y rosca porcina, como se le llamaba a la enroscada colita del lechón crujiente y almibarada. Es el lechón quien define el perfil clásico de nuestra picada telúrica, y sus derivados dan origen, por ejemplo, a famosos personajes de nuestro teatro popular como Juan Mondiola.
Y es el bar y tertulia “Los Mellizos” el que se especializa en la oferta de picadas a base de productos de cerdo, dado que su propietario don Autarco Erefiú, tenía un criadero de estos animales en el altillo de su casa. Don Autarco publicitaba su negocio con un cartel en la puerta que alardeaba “Paladín númen de su paladar”. Con el tiempo, advertido del desconocimiento de sus parroquianos del significado de la palabra “númen”, la quitó del cartel dejado sólo el comienzo de la frase, con lo que su local pasó a ser conocido como, simplemente, como “Paladini”. Será por eso que hoy, la firma Paladini, de Rosario, empujada tal vez por el reclamo de la historia, decide relanzar la costumbre de la picada, algo olvidada en los últimos años, posicionándola como sus antecedentes la hacen merecedora, en la mesa rosarina.
Celebremos, señores, entonces, que los rosarinos, creadores y partícipes de este hábito familiar y amistoso, volvamos a escuchar, día a día, noche a noche, el clásico pedido jubiloso:
“¡Mozo! ¡Marche una picada completa!”.

Fuente: www.cuandonosjuntamosche.com

Imputabilidad


Las leyes están para respetarlas. Eso no se pone en tela de jucio. Pero lo que debería reveerse es si las leyes están bien sancionadas.

Tal vez el problema pase por el momento en que se confeccionaron.

El tema es que los menores siguen siendo menores, y nadie se hace responsable por sus actos.
Tal vez pueda sonar descabellado o de alguien sin corazón, pero veamos que pasa en algunos países de América: En Costa Rica la edad de imputabilidad es de 12 años al igual que en Venezuela, Honduras, México, Ecuador, El Salvador. República Dominicana arranca a los 13 años al igual que Uruguay, Guatemala y Nicaragua. Para los panameños y los paraguayos la edad de imputabilidad es de 14 años.

Convengamos que los europeos no son nada tontos y que están atentos a este tipo de cuestiones. A saber. Para los alemanes la edad esde de 14 años años del mismo modo que Austria, Bulgaria, Italia y España, los franceses al igual que los griegos consideran que la edad para juzgar a un menor empieza a los 13 años, los Países Bajos ha dictaminado que sea a los 12, en Inglaterra (a raíz de escalofriantes sucesos) ha determinado que comienze a los 10 y en Irlanda, tal vez sorprendentemente la edad de imputabilidad arranca a los 7 años.

Los argentinos, que siempre nos diferenciamos del resto, consideramos, a través de nuestras leyes, que la edad de imputabilidad es a los 18 años!!!!!!!!

Insólito, inaudito, incomprensible, inadecuado, desproporcionado, desmedido, desagradable...

¿Como se le puede explicar esto a decenas de familias que han perdido un ser querido, víctimas de la delincuencia infanto-juvenil que acecha a nuestro país?

La respuesta solo la pueden dar las autoridades: Presidente, legisladores, gobernadores. Y hasta los propios intendentes y consejales. Porque estos últimos también tienen responsabilidad. No responsabilidad directa, pero responsabilidad al fin.

El pueblo argentino solo quiere respuestas. Nada más ni nada menso que eso: respuestas.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Cambia, todo cambia

Sin dudas que esta era una reparación histórica que debía la ciudad. Tardó, pero llegó

Cambio de Nombre: Martínez de Hoz por Avenida "De los Trabajadores"
Tras una iniciativa del presidente del Concejo Deliberante, Marcelo Artime, y ser aprobado por la totalidad del cuerpo deliberativo, la avenida Martínez de Hoz pasó a denominarse "De los Trabajadores" en todo su recorrido. “Si bien fue una iniciativa mía, hay que rescatar el apoyo que recibimos de los representantes de la CGT local, que se sumaron a ésta propuesta. La Ordenanza ya fue votada y aprobada y solo resta la nueva señalización vertical con la nueva denominación”, contó Marcelo Artime.

Fuente: www.puntomardelplata.com